El jazz, como todas las músicas creativas en las que la improvisación juega un importantísimo papel, no cuenta con ningún método definitivo de aprendizaje. La intuición del músico, la audición constante, la imitación del estilo y del fraseo, la transcripción de solos interesantes, la interacción con otros músicos, las jam sessions, junto con el análisis armónico y formal han sido las premisas formativas de la mayoría de músicos en este estilo.

No obstante, una metodología complementaria con nociones convenientemente encauzadas puede ser un material eficaz para introducir, desarrollar y perfeccionar el estilo jazzístico. Y es aquí donde encontramos la utilidad de este libro: en utilizar los conceptos básicos y necesarios para poder improvisar, así como tener recursos para leer y componer jazz. A partir de ahí cada músico desarrollará su talento en mayor o menor medida dependiendo de su dedicación y profundización.

La palabra Jazz, desde hace muchos años, ha sido una palabra casi «maldita» en el entorno de muchos alumnos y profesores de conservatorio. Como estudiante de saxofón clásico que he sido, escuché en boca de muchos profesores aquello de: no toques jazz o perderás el buen sonido y la articulación correcta. Aquella mítica frase produjo más de un rechazo a este estilo de música por parte de los alumnos, evidentemente influenciado por profesores ignorantes que desaconsejaban lo que ellos eran incapaces de enseñar. El Jazz, hoy en día, es la música del siglo XXI por excelencia: como música moderna que es, y como referencia en todas las músicas universales.

El jazz, como música creativa que es, ofrece un sinfín de paletas organizativas a nivel sonoro –la improvisación, la percepción del entorno melódico, rítmico y armónico–, de las cuales el músico «clásico» puede beneficiarse para interiorizar el discurso actual de la disciplina musical, y ser capaz, en su versatilidad, de adentrarse en ritmos, armonías, palos, conceptos, sonidos, estilos, y más entramados sonoros implícitos en el universo musical. Así pues el músico «clásico» no solo será más ecléctico, no solo será capaz de poder improvisar, construir sus solos, componer sus temas, sino que además entenderá mucho mejor el aspecto armónico de la literatura de su instrumento, el ritmo, la articulación y las sutilezas necesarias para diferenciar cualquier estilo y, evitar así, encauzarse en la búsqueda «única» de un «sonido redondo» para todas las obras de su repertorio.

Esperemos que el jazz se introduzca en los conservatorios como ya hace tiempo debería haberlo hecho, y que nuestros alumnos se puedan beneficiar de este lenguaje en favor de una formación como músicos mucho más rica y versátil.

Unidad 1.1

• Cifras y letras: Acordes tríadas y cuatríadas; Oídos abiertos: 2ª M/m y 3ª M/m; A escalar: El Swing; Leer, Escuchar y Tocar: Motion y Bluseando.
  

Unidad 1.2

• Cifras y letras: Inversiones y Digitales; Oídos abiertos: 2ª J/Dim y 5ª J/Dim/Aum; A escalar: Arpegios con 7ª M; Leer, Escuchar y Tocar: Sin Rastro y How High the Moon.
  

Unidad 1.3

• Cifras y letras: Funciones tonales y Cadéncias; Oídos abiertos: 4ª Dis/J y 5ª J/Dim/Aum; A escalar: Arpegios con 7ª m; Leer, Escuchar y Tocar: Autumn Leaves y Float Up.
  

Unidad 2.1

• Cifras y letras: El Blues; Oídos abiertos: 2ªS, 3ªS, 4ªS, 5ªS, 6ªS y 7ªS ascendentes; A escalar: Arpegios de 7ªm; Leer, Escuchar y Tocar: Blues and Go y Rhythm Changes.
  

Unidad 2.2

• Cifras y letras: El Cifrado; Oídos abiertos: 2ª M/m y 3ª M/m descendentes; A escalar: Arpegios con 7ª de Dominante y 7ª menor; Leer, Escuchar y Tocar: Yarbird Suite y Valsette.
  

Unidad 2.3

• Cifras y letras: Voicings y Drops; Oídos abiertos: 2ªS, 3ªS, 4ªS, 5ªS, 6ªS y 7ªS descendentes; A escalar: Patrones II-V-I; Leer, Escuchar y Tocar: Punky-Funky y Running.